El Círculo del Consumo es el ciclo de los materiales, el ciclo de una economía que parte del consumidor y vuelve a acabar en él. Como el ciclo del nitrógeno, el ciclo del agua o el ciclo de la energía del sol acumulada en la Tierra.
Como el ciclo de la vida, donde todo se cierra, donde no existe el residuo, donde todo funciona en armonía.
Nuestro planeta es circular, es limitado y dentro de esos límites todas nuestras acciones acabarán volviendo a nosotros. Todo está interconectado. Vivimos en el mundo global.
Hoy en día esto se ha puesto de relieve.
Mientras consumimos combustibles fósiles, se emite dióxido de carbono y este, partícipe del efecto invernadero en la atmósfera, consigue desestabilizar el clima, hasta el punto de aumentar la temperatura global de todo el planeta. Esto lo acabamos sintiendo los mismos que nos beneficiamos de quemar los combustibles fósiles.
Mientras disfrutamos de productos, fabricados a partir de la esclavitud económica y social de otras personas, participamos en la perpetuación del mismo sistema económico que lleva a personas a abandonar sus lugares de origen y buscar mejores oportunidades en las grandes ciudades o países del norte. A los ciudadanos más acomodados esto nos vuelve como ¿incómoda? inmigración o la delincuencia de los colectivos sociales más marginados.
Lo que consumimos nos vuelve. Lo que hacemos nos envuelve. En los dos modelos del Atlas podemos comprobar esto con datos, flechas y dibujos.
Pero si optamos por unos productos u otros, por unos hábitos de vida u otros, el mecanismo de vuelta es diferente, la realidad que nos envuelve es otra.
La cadena de la economía acaba cerrando el círculo como hace la naturaleza.
La cuestión es el como, la manera.
De nosotros depende como queramos cerrar los círculos.
Al igual que el círculo de la vida, el círculo de la economía y el círculo de la sociedad, el círculo del consumo nos envuelve. Y los interruptores del panel de mando los tenemos los consumidores-ciudadanos del mundo.
Nosotros decidimos que tipo de círculo queremos.
Nosotros decidimos que tipo de mundo queremos, no sólo para nosotros mismos sino para los demás seres, para todos los seres vivos sin excepción. Porque lo que está en juego es El Círculo de la Vida, el verdadero Circulo que subyace a el Círculo del Consumo.
Como el ciclo de la vida, donde todo se cierra, donde no existe el residuo, donde todo funciona en armonía.
Nuestro planeta es circular, es limitado y dentro de esos límites todas nuestras acciones acabarán volviendo a nosotros. Todo está interconectado. Vivimos en el mundo global.
Hoy en día esto se ha puesto de relieve.
Mientras consumimos combustibles fósiles, se emite dióxido de carbono y este, partícipe del efecto invernadero en la atmósfera, consigue desestabilizar el clima, hasta el punto de aumentar la temperatura global de todo el planeta. Esto lo acabamos sintiendo los mismos que nos beneficiamos de quemar los combustibles fósiles.
Mientras disfrutamos de productos, fabricados a partir de la esclavitud económica y social de otras personas, participamos en la perpetuación del mismo sistema económico que lleva a personas a abandonar sus lugares de origen y buscar mejores oportunidades en las grandes ciudades o países del norte. A los ciudadanos más acomodados esto nos vuelve como ¿incómoda? inmigración o la delincuencia de los colectivos sociales más marginados.
Lo que consumimos nos vuelve. Lo que hacemos nos envuelve. En los dos modelos del Atlas podemos comprobar esto con datos, flechas y dibujos.
Pero si optamos por unos productos u otros, por unos hábitos de vida u otros, el mecanismo de vuelta es diferente, la realidad que nos envuelve es otra.
La cadena de la economía acaba cerrando el círculo como hace la naturaleza.
La cuestión es el como, la manera.
De nosotros depende como queramos cerrar los círculos.
Al igual que el círculo de la vida, el círculo de la economía y el círculo de la sociedad, el círculo del consumo nos envuelve. Y los interruptores del panel de mando los tenemos los consumidores-ciudadanos del mundo.
Nosotros decidimos que tipo de círculo queremos.
Nosotros decidimos que tipo de mundo queremos, no sólo para nosotros mismos sino para los demás seres, para todos los seres vivos sin excepción. Porque lo que está en juego es El Círculo de la Vida, el verdadero Circulo que subyace a el Círculo del Consumo.
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